El grupo de Neuroinmunologia del Instituto de Investigación Sanitaria Biogipuzkoa ha recopilado la información existente hasta la fecha sobre vesículas extracelulares derivadas del sistema nervioso central, presentes en el líquido cefalorraquídeo y la sangre de personas con diferentes enfermedades neurodegenerativas. Este trabajo lo han realizado Rocío Bravo Miana, Jone Arizaga Echebarria y David Otaegui, y ha sido publicado en la revista internacional Translational Neurodegeneration.

El cerebro es uno de nuestros órganos más complejos e inaccesibles, por lo que herramientas de imagen resultan hoy indispensables en la clínica. Sin embargo, las imágenes no nos dan una visión completa, dado que no logran ampliar la información existente a nivel molecular. Es en este sentido que los marcadores biológicos o biomarcadores constituyen una herramienta crucial hoy en día, ya que sirven como indicadores moleculares del estado de un paciente. Por su parte, las vesículas extracelulares (EVs) son partículas de un tamaño minúsculo que son producidas por todas nuestras células, que contienen diversas moléculas y que viajan protegidas a través de los distintos fluidos corporales. Así, pueden servir como plataformas biológicas para el análisis de las moléculas que contienen, como representantes del tipo de célula del que se han originado.

¿Podrían las EVs derivadas del sistema nervioso central (SNC) funcionar como una ventana a los procesos fisiopatológicos que se desarrollan en las enfermedades neurodegenerativas? Buscando responder a esta pregunta, se analizó toda la bibliografía al respecto demostrando que aún queda mucho por hacer.

Los principales avances en el campo se centraron en el estudio de EVs provenientes de personas con Alzheimer. En otras patologías como esclerosis múltiple, esclerosis lateral amiotrófica y Parkinson recién se está dando sus primeros pasos. Sin embargo, todavía no existen biomarcadores ampliamente aceptados en la comunidad científica que puedan utilizarse para estudiar o aislar EVs provenientes del SNC en la sangre. En este sentido, tecnologías avanzadas que permitan el estudio de “vesículas individuales” podrían ayudar a desentrañar la compleja heterogeneidad de los distintos tipos de EVs presentes en la sangre.

Para lograr avances en este campo, sería interesante poder analizar muestras poco accesibles como son EVs derivadas de líquido cefalorraquídeo o de tejido cerebral. Esto permitiría obtener mucha información que podría traducirse luego a muestras de mayor complejidad, no invasivas y fácilmente accesibles, como son sangre, saliva o lágrimas. Además, aún existen desafíos técnicos y metodológicos que deben ser superados. Estos incluyen la necesidad de estandarizar los métodos de aislamiento y caracterización de EVs y la necesidad de estudios longitudinales a gran escala para validar su utilidad clínica.

En este sentido, una de las líneas de investigación del grupo consiste en el estudio de EVs derivadas del SNC como biomarcadores circulantes en pacientes con esclerosis múltiple.

Por último, este tipo de trabajos no sería posible sin la predisposición y voluntad de los pacientes para participar; así como del apoyo de diversas instituciones como son Osakidetza, el Gobierno Vasco, el Instituto de Salud Carlos III y ECTRIMS (European Comitte for Treatment and Research in Multiple Sclerosis), que financian el trabajo de las investigadoras y los investigadores, así como sus proyectos.