El trabajo realizado por el Grupo de Neuroinmunología del Instituto ha analizado la utilidad de unas partículas llamadas vesículas extracelulares para diferenciar dos principales tipos de esclerosis múltiple.

Este estudio ha sido posible gracias al trabajo de Rocío Bravo-Miana, Jone Karmele Arizaga Echebarría, Hirune Crespillo-Velasco, Alvaro Prada, Tamara Castillo-Triviño y David Otaegui, y ha sido publicado en la revista Biomedicines.

La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad neurodegenerativa del sistema nervioso central en la que participa el sistema inmune. Se caracteriza por la destrucción de la mielina que es la sustancia que recubre y protege las fibras nerviosas. En la clínica, es importante diferenciar entre la EM remitente-recurrente, siendo la forma más común de la enfermedad, y la EM primaria progresiva. Cada uno de los tipos presentan diferentes patrones de progresión y agresividad requiriendo abordajes terapéuticos distintos. Para buscar diferencias entre ellos, en este trabajo se estudiaron las vesículas extracelulares (EVs), diminutas partículas liberadas por las células, que contienen información sobre su estado molecular. Estas partículas pueden actuar como una “ventana” hacia el cerebro de los pacientes, accediendo a datos cruciales, relacionados con el daño neural y los procesos patológicos de la enfermedad. Es por ello que el objetivo principal del trabajo consistió en medir la cantidad de vesículas extracelulares que tienen proteínas que sirvan como biomarcadores diagnósticos que aporten información extra a los clínicos para facilitarles el diagnóstico diferencial entre ambos tipos de EM.

En este trabajo se utilizó una novedosa tecnología para analizar vesículas extracelulares individuales, presentes en el líquido cefalorraquídeo y el suero de personas con esclerosis múltiple, siendo suficiente un pequeño volumen de muestra. A diferencia de otras técnicas más convencionales, que requieren pasos adicionales para poder analizar estas partículas, esta técnica permite estudiarlas directamente en las muestras clínicas, haciendo posible un análisis más rápido y preciso. Las proteínas estudiadas en estas partículas fueron GLAST y L1CAM, proteínas que reflejarían el estado molecular de los astrocitos (células que tienen estrecha relación con las neuronas) y las neuronas, respectivamente.

Uno de los hallazgos más importantes del estudio fue la significativa disminución de vesículas que contienen la proteína GLAST en personas con EM primaria progresiva, en comparación con las personas con EM remitente-recurrente y personas sin EM. Esto sugiere que las vesículas con GLAST podrían ser un marcador relevante para diferenciar entre ambas formas de la enfermedad. Además, se observó que niveles más bajos de vesículas con GLAST se correlacionan con un aumento en los niveles de la proteína GFAP. Curiosamente, la presencia de GFAP en los biofluidos de personas con EM está asociada con el daño en los astrocitos, progresión de la enfermedad y la presencia de procesos neurodegenerativos. Estos resultados podrían sugerir una disfunción de los astrocitos específicamente en la EM primaria progresiva.

Este trabajo permitiría no solo mejorar la precisión en la identificación del tipo de EM, sino también adaptar los tratamientos de manera más personalizada. Además, trabajos futuros en las vesículas con GLAST podrían proporcionar información sobre el origen y desarrollo de la EM primaria progresiva y ofrecer pequeñas ventanas para dilucidar los mecanismos moleculares detrás de su presentación clínica. Asimismo, la tecnología utilizada en este trabajo podría ser útil para rastrear las vesículas como biomarcadores y ser potencialmente valiosa en la evaluación diagnóstica y el seguimiento de personas con EM.

Las y los autores del estudio señalan que “Dado que el trabajo en ciencia y su avance diario es prácticamente imperceptible, lograr un objetivo y obtener conclusiones que, a mediano o largo plazo, podrían llegar a impactar en la clínica diaria es muy satisfactorio. Además, pequeños hallazgos como éstos necesitan luego de estudios longitudinales a gran escala que permitan validar su utilidad clínica. Sin embargo, este tipo de trabajos no sería posible sin la predisposición y voluntad de los pacientes y sus familias para participar”. Así, explican que “Desde nuestro laboratorio mantenemos reuniones anuales con la asociación de pacientes de Esclerosis Múltiple de Gipuzkoa (ADEMGI), y resulta muy motivador para nosotras y nosotros contar con la posibilidad de conocer sus necesidades, dudas y preocupaciones, así como mostrarles nuestros resultados y los avances logrados durante el año”.

Este trabajo ha contado con el apoyo de diversas instituciones como Osakidetza, el Gobierno Vasco, el Instituto de Salud Carlos III y ECTRIMS (European Comitte for Treatment and Research in Multiple Sclerosis), que financian el trabajo de las y los investigadores, así como sus proyectos.