El grupo de Epidemiología de las Enfermedades Crónicas y Transmisibles ha participado en varios estudios que han analizado el efecto del patrón de dieta (Occidental, Prudente y Mediterránea) en relación al riesgo a cáncer de mama, cáncer de colon-recto y cáncer de próstata. Estos trabajos en los que han participado las investigadoras Pilar Amiano y Ane Dorronsoro del dicho grupo, han sido publicados en las revistas científicas internacionales Maturitas, Nutrients y British Journal of Urology, respectivamente.

Los resultados de los estudios mencionados se basan en la cohorte EPIC-España. Esta cohorte se reclutó entre los años 1992 y 1996 y se recogieron, entre otros, datos antropométricos, sociodemográficos, de actividad física, dieta, consumo de alcohol y tabaco, de más de 41.000 personas, a las que se les realiza un seguimiento.

Utilizando los datos de esta cohorte, se seleccionaron las personas que desarrollaron cáncer de mama, cáncer de colon-recto y cáncer de próstata, y se analizó el efecto que pudiese tener la dieta. En el caso de cáncer de mama, se observó que el patrón de dieta Occidental podría aumentar el riesgo En el caso del cáncer de colon-recto, la dieta Occidental podría tener un leve efecto adverso, mientras que la dieta Mediterránea podría tener un efecto protector. Por último, en el caso del cáncer de próstata, la dieta Occidental mostró también un mayor riesgo.

Estos resultados refuerzan la idea de que las recomendaciones nutricionales deben tener en cuenta patrones generales de dieta más que alimentos individuales, y confirman que adoptar hábitos dietéticos que se alejan del patrón de dieta Occidental en favor de una dieta Mediterránea podría reducir el riesgo de desarrollar cáncer de mama, colon-recto y próstata.

Además, se visibiliza la importancia de las recomendaciones nutricionales dentro de la prevención mediante la adquisición de hábitos saludables. En este caso, parece beneficioso aumentar los alimentos propios del patrón de la dieta Mediterránea: por un lado, reducir el consumo de carnes procesadas, refrescos azucarados, zumos envasados, dulces, bollería o comida preparada; y, por otro lado, aumentar la presencia de frutas enteras, verduras, legumbres, pescado y aceite de oliva.

Sin embargo, siempre hay que tener cautela con las conclusiones de estos últimos estudios, ya que tener una dieta altamente concordante con el patrón Occidental no es sinónimo de desarrollar cáncer, mientras que tener una gran adherencia a la dieta Mediterránea no garantiza una total prevención.

En palabras de las autoras “En el proyecto EPIC tenemos como principal objetivo el aportar nuestro granito de arena a la ciencia, a la sociedad y contribuir, aunque sea mínimamente, a que la ciudadanía goce de una mejor salud.” Añaden que “Resultados como estos, que son fácilmente trasladables y están al alcance de todos, hacen que nos sintamos con el deber cumplido y con una mayor motivación para seguir investigando.

Cabe destacar que el proyecto EPIC avanza gracias a la aportación desinteresada de más de 40.000 personas en España y 8.400 en Gipuzkoa, sin las cuales estos estudios no serían posibles. Además, este proyecto es posible gracias a la colaboración de distintos grupos de investigación y profesionales de varios ámbitos que pertenecen a más de 10 instituciones. Este proyecto demuestra la importancia de la colaboración y la creación de grandes consorcios que permitan investigación de excelencia que puedan obtener resultados significativos, que como es este caso, repercutan en la salud de la población.

Por último, queremos destacar que un artículo que cuenta con la participación de Pilar Amiano y Ana Jimenez Zabala, ha sido premiado en los Premios Real Academia Medicina y Cirugía de Andalucía Oriental, Ceuta y Melilla Año 2023. El artículo premiado analizó la relación de los ritmos día-noche, nutrición y obesidad en la mencionada cohorte EPIC.